Uno de los aspectos que nos diferencia a los humanos de los animales es la medición del tiempo. Siempre hemos prestado especial atención a lo que significa crecer y envejecer y el modo en el que debemos medir los hitos y sucesos históricos.
Al principio lo hacían por simple curiosidad y de la observación, de cómo cambiaba el clima a lo largo del año, y de que la luna cambiaba sus fases cíclicamente. Luego, con la invención de la agricultura, dividió el año en las épocas de siembra, crecimiento y cosecha.
De los calendarios más antiguos que conocemos está el calendario maya, que comenzó su cuenta en el año 3114 antes de Cristo (a.C.), y se repite en ciclos de 52 años. Según su nomenclatura solo cubría hasta el 21 de diciembre de 2012, de ahí la superstición de que ese día se acabaría el mundo.
El calendario egipcio es el primer calendario solar conocido. Se comenzó a usar en el año 3.000 a. C. y era sorprendentemente parecido al actual. El año tenía 365 días, estaba dividido en 12 meses de 30 días cada uno, organizados en tres periodos de 10 días, al final del último mes de cada año se añadían los cinco días que faltaban para completar el año solar.
En Europa se utilizaban diferentes calendarios lunares hasta la llegada de los romanos. En cada región tenían diferentes números de meses, y el año no duraba lo mismo. Fueron los romanos los que unificaron los calendarios en su imperio, y finalmente el último de ellos, el calendario gregoriano, es el que se ha mantenido hasta nuestros días.
Pero ¿Por qué se llama Calendario? Caledario proviene de “calendas”, una palabra cuyo origen la encontramos en la Antigua Roma y que hacían referencia al primer día del mes en el calendario romano.
Y ¿De dónde vienen los nombres de los meses? Al principio, había 10 meses y el primer mes del año no era enero sino marzo, ya que correspondía al inicio de la primera y por tanto, del ciclo de la vida
Los diez meses se denominaban de la siguiente manera:
Martius (marzo): Primer mes del año, en honor a Marte, padre de los fundadores de Roma.
Iunius (junio): Dedicado a Juno, diosa del matrimonio y reina de los dioses.
Quintilis (julio): Quinto mes. Tras la muerte de Julio César y por iniciativa de Marco Antonio el mes Quintilis, pasó a llamarse Julius (julio).
Sextilis (agosto): Sexto. Por Octavio Augusto, el mes de Sextilis pasó a llamarse Augustus (agosto). De hecho, al ser mes par tenía 30 días pero, pero para no estar en inferioridad con Julio Cesar, se le restó otro día a febrero y se añadió a ese mes.
Septembris (septiembre): Séptimo.
Octobris (octubre): Octavo.
Novembris (noviembre): Noveno.
Decembris (diciembre): Décimo.
Entre el siglo VIII y siglo VII a.C. se introdujeron dos meses más al calendario de diez meses inicial para intentar compensar el desfase entre las fechas y las estaciones. Esta modificación permitía ajustar más el calendario anual al ciclo solar. A estos dos nuevos meses se les denominó:
Ianuarius (enero): en honor a Jano, es el dios de las puertas, los comienzos, los portales, las transiciones y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año y se le invocaba públicamente el primer día de enero.
Februarius (febrero): en honor a Februus (o Plutón) dios de la purificación con el que en principio, acabarían los primeros años del calendario solar ya que Marzo seguía siendo el primer mes y Febrero el último.
Y ¿por qué existen los años bisiestos? Sosígenes, descubrió que cada año no tenía una cantidad exacta de días sino que duraba 365 días y 6 horas, para corregir el desfase concluyeron que la mejor solución era que cada cuatro años se añadiría un día a febrero. Pero te sorprenderá saber que no se trataba simplemente de añadir un día al final de ese mes sino de una fórmula de intercalado. Es decir, se añadía un día entre el quinto y el sexto antes de las calendas. Por tanto, el día extra estaría situado entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero. Este día adicional fue llamado bis sextus dies ante calendas martias, o sea, “segundo día sexto antes de las calendas de marzo”. Al año que contenía ese día se llamó por eso bissextus (bisiesto). Febrero quedó pues con 28 días y con 29 los años bisiestos que hoy todos conocemos.
¿Por qué pasamos del calendario juliano al calendario gregoriano? El calendario juliano, llamado así en honor a los grandes cambios introducidos por Julio César en base a los cálculos del astrónomo Sosígenes, fue el predominante en el mundo romano, en la mayor parte de Europa e incluso en las colonias europeas de América. Sin embargo, su vigencia tocó su fin en 1582, cuando el Papa Gregorio XIII instauró el calendario gregoriano.
¿Y por qué el Papa decidió cambiarlo? Además de ajustar el calendario solar, el calendario gregoriano se implantó por motivos no sólo de respeto a los tiempos de siembra sino a las celebraciones cristianas ya que querían acabar con el desfase que había con la Pascua o Domingo de Resurreción. El primer año de implantación hubo que hacer reajustes porque el año no coincidía con el año astronómico, así que en 1583 diciembre tuvo solo 21 días, 10 desaparecieron.
Y ¿De donde vienen los nombres de los días de la semana? Los días de la semana obtuvieron sus nombres de los objetos celestiales que veían moverse en el cielo: la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol. Más adelante, el sábado se relacionó con las creencias judías, con el Sabat, día de descanso después de que Dios creara el mundo. Entonces el domingo era el primer día de la semana, el día del Sol. El día del Sol desapareció para pasar a llamarse domingo, Día del Señor.
Otras curiosidades de los calendarios son por ejemplo El Décimo Feliz, en Octubre de 2010 se presentó la particularidad de tener cinco fines de semanas completos, es decir, 5 viernes, 5 sábados y 5 domingos, algo que sucede cada 555 años y que según el Calendario Babilónico se denomina “Décimo Feliz”.
Cuando el Domingo es 1 el Viernes es 13 Curiosamente todos los meses y en cualquier año, que inician con fecha 1 en un día domingo, siempre tendrá un viernes 13.
El mes de febrero como mes más corto del año nos trae algunas curiosidades y es que es el único mes en el que puede que no haya luna llena, y en cambio, durante el resto de meses, al menos hay un día en el que aparece este fenómeno. Las posibilidades de nacer en un año bisiesto son de una en 1641, y esto se calcula sumando el día extra del bisiesto a los 1460 días que hay en cuatro años.
Estamos tan acostumbrados a contar y a ver los días pasar que olvidamos toda la historia y la magia detrás de ellos. Por eso en Nacarprint nos esforzamos al máximo para que nuestros calendarios sean perfectos y te acompañen durante todo el año.